PRIMEROS CASOS EN ESPAÑA.
En España la primera oleada de aquella gripe se dio a conocer oficialmente el 20 de mayo de 1918
en Madrid. Las festividades de San Isidro,con sus verbenas, bailes y corridas, pareceque potenciaron la difusión del virus. El desarrollo de aquel primer brote fue muy explosivo.En la primera semana hubo ya
30.000 atacados y para el 1 de junio la cifra se elevaba a 250.000. Al principio la ciudadanía no dramatizó la situación. La gripe se convirtió más bien en uno de los temas preferidos de chistes y chascarrillos a la vez que llenaba las páginas de los diarios de divertidas caricaturas alusivas. Pero los más observadores señalaron que la epidemia provenía de Francia, donde ya hacía estragos en el mes anterior. No hay que olvidar que durante los años de la guerra hubo un intenso tráfico de obreros portugueses y españoles al
país vecino donde suplían temporalmente a los trabajadores que hacían la guerra. Con rapidez la enfermedad se irradió, siguiendo los caminos del ferrocarril, a las ciudades cercanas (Cuenca, Toledo y Salamanca) y desde éstas al resto del país. Las zonas más
afectadas fueron Extremadura, Andalucía (con especial incidencia en las provincias de Córdoba y Jaén) y la mitad sur de la Meseta Central (mapa 1).
en Madrid. Las festividades de San Isidro,con sus verbenas, bailes y corridas, pareceque potenciaron la difusión del virus. El desarrollo de aquel primer brote fue muy explosivo.En la primera semana hubo ya
30.000 atacados y para el 1 de junio la cifra se elevaba a 250.000. Al principio la ciudadanía no dramatizó la situación. La gripe se convirtió más bien en uno de los temas preferidos de chistes y chascarrillos a la vez que llenaba las páginas de los diarios de divertidas caricaturas alusivas. Pero los más observadores señalaron que la epidemia provenía de Francia, donde ya hacía estragos en el mes anterior. No hay que olvidar que durante los años de la guerra hubo un intenso tráfico de obreros portugueses y españoles al
país vecino donde suplían temporalmente a los trabajadores que hacían la guerra. Con rapidez la enfermedad se irradió, siguiendo los caminos del ferrocarril, a las ciudades cercanas (Cuenca, Toledo y Salamanca) y desde éstas al resto del país. Las zonas más
afectadas fueron Extremadura, Andalucía (con especial incidencia en las provincias de Córdoba y Jaén) y la mitad sur de la Meseta Central (mapa 1).
A finales de agosto la enfermedad parecía haber desaparecido, pero rebrotó con fuerza al iniciarse el otoño no sólo en las regiones del centro peninsular sino también en las del Levante, que habían permanecido
indemnes durante la primavera (mapa 2).
indemnes durante la primavera (mapa 2).
Fue entre septiembre y noviembre cuando más muertes causó. El ferrocarril fue denuevo la pieza clave en su entrada desde Francia, al traer a nuestro país de regreso el medio millón de españoles que habían ido a
la vendimia francesa y los miles de portugueses repatriados tras acabar la guerra: por un lado por Port-Bou, difundiendo la infección desde Cataluña hasta Almería,
por otro desde Irún, desde donde llegaba a Medina del Campo. Justamente en esta última estación se pretendió examinar desde septiembre a los que llegaran desde Francia con el objeto de aislar a los enfermos y desinfectar a los sanos. La Guardia Civil fue la encargada de vigilar los vagones de los de los portugueses, hasta que estos, tras ser llevados a vías muertas, eran enganchados al tren que se dirigía a Salamanca sin que sus pasajeros pudieran descender. Lo peor fue que muchos morían como animales en los propios vagones.
la vendimia francesa y los miles de portugueses repatriados tras acabar la guerra: por un lado por Port-Bou, difundiendo la infección desde Cataluña hasta Almería,
por otro desde Irún, desde donde llegaba a Medina del Campo. Justamente en esta última estación se pretendió examinar desde septiembre a los que llegaran desde Francia con el objeto de aislar a los enfermos y desinfectar a los sanos. La Guardia Civil fue la encargada de vigilar los vagones de los de los portugueses, hasta que estos, tras ser llevados a vías muertas, eran enganchados al tren que se dirigía a Salamanca sin que sus pasajeros pudieran descender. Lo peor fue que muchos morían como animales en los propios vagones.
AGLOMERACIONES Y CONTAGIOS.
Muchas fiestas patronales —a pesar de que desde finales de septiembre se recomendó desde el
Ministerio de Gobernación a los gobernadores que trataran de retrasar las fiestas y ferias y evitar al máximo las aglomeraciones—,ayudaron también a expandir violentamente la enfermedad por la movilización de los
aldeanos de unos pueblos a otros. En Becedas (Ávila) se celebró el primero de septiembre la fiesta con asistencia de gentesde Béjar (Salamanca), donde la epidemia ya hacía estragos. Unos pocos días después
aparecieron 800 casos que los vecinos atribuyeron a la creencia de que habían sido envenenados
con la carne del toro sacrificado en la lidia de la fiesta.
Coincidió, asimismo, con el relevo del reemplazo militar en España a partir del mes de septiembre. No era de extrañar que la concentración en locales estrechos y conmala higiene de jóvenes reclutados de todos
los rincones del país, muchos de ellos portadores del virus, fuera el medio idóneo para producir una explosión epidémica: los reclutas eran portadores de la enfermedad desde sus lugares de origen, mientras que los soldados que terminaban el servicio militar lo sembraban en el camino de vuelta a casa.
Ministerio de Gobernación a los gobernadores que trataran de retrasar las fiestas y ferias y evitar al máximo las aglomeraciones—,ayudaron también a expandir violentamente la enfermedad por la movilización de los
aldeanos de unos pueblos a otros. En Becedas (Ávila) se celebró el primero de septiembre la fiesta con asistencia de gentesde Béjar (Salamanca), donde la epidemia ya hacía estragos. Unos pocos días después
aparecieron 800 casos que los vecinos atribuyeron a la creencia de que habían sido envenenados
con la carne del toro sacrificado en la lidia de la fiesta.
Coincidió, asimismo, con el relevo del reemplazo militar en España a partir del mes de septiembre. No era de extrañar que la concentración en locales estrechos y conmala higiene de jóvenes reclutados de todos
los rincones del país, muchos de ellos portadores del virus, fuera el medio idóneo para producir una explosión epidémica: los reclutas eran portadores de la enfermedad desde sus lugares de origen, mientras que los soldados que terminaban el servicio militar lo sembraban en el camino de vuelta a casa.
( Fuente,
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